Jorge Ávila, gerente general de la Cámara Forestal de Bolivia, destaca la transformación estructural del sector maderero y plantea que la sostenibilidad depende de alianzas entre empresas y comunidades indígenas

El sector forestal en Bolivia ha experimentado una transformación profunda en las últimas décadas, impulsada por el régimen previsto en la Ley Forestal 1700. Según Jorge Ávila, gerente general de la Cámara Forestal de Bolivia, esta normativa ha provocado un “cambio radical en la estructura socioeconómica” del rubro maderero, donde ahora predominan las operaciones comunitarias, especialmente las lideradas por pueblos indígenas.

En la actualidad, Bolivia cuenta con 25 millones de hectáreas clasificadas como Tierras de Producción Forestal Permanente. De esta superficie, el 75% —equivalente a 18 millones de hectáreas— está bajo administración de pueblos indígenas de tierras bajas en los departamentos de Beni, Pando, norte de La Paz, norte de Cochabamba y Santa Cruz. Este contexto posiciona a las operaciones comunitarias como actores clave, responsables del 80% de la producción nacional de madera bajo manejo sostenible.

Esta nueva realidad ha obligado al sector a adoptar un enfoque diferente, en el que la participación de los pueblos indígenas es indispensable. “Es imposible hablar o trabajar en esta actividad sin contar con las comunidades indígenas”, subrayó Ávila, quien considera que esta evolución ha permitido establecer procesos de uso sustentable y aprovechamiento racional del recurso forestal.

El ejecutivo destacó que “de los 25 millones de hectáreas, solo 2 millones están bajo manejo de empresas madereras. Esto significa que, por cada 100 metros cúbicos de madera producida, 80 metros cúbicos provienen de operaciones comunitarias y la empresa tradicional apenas produce el 20% de la madera de este país”. 

Uno de los modelos más exitosos de colaboración, según Ávila, es el de la empresa forestal Colser, en el departamento de Pando, que lleva más de 15 años trabajando en alianza con comunidades locales. “Han ganado las comunidades y ha ganado la empresa. Este es definitivamente el futuro de la industria forestal en Bolivia”, afirmó.

“Los comunarios tienen prioridad en las actividades de censo, tumbado de árboles y participación en operaciones forestales. Además, la construcción de caminos para la extracción de madera les permite movilizar otros productos como castaña y açaí”, explicó Pedro Colanzi, gerente General de Colser Ltda.

Cada operación genera entre 15 y 20 empleos directos por comunidad, además de múltiples beneficios indirectos en transporte, venta de alimentos y servicios. Actualmente, el 70% de la madera que exporta Colser Ltda., —incluyendo decking, pisos y madera aserrada— proviene de estas alianzas comunitarias, con mercados que abarcan Estados Unidos, Francia, Alemania, México y República Dominicana.

“La relación entre empresas forestales y comunidades es un motor silencioso del desarrollo sostenible. Este modelo debe fortalecerse y replicarse, porque demuestra que es posible proteger los bosques mientras se genera bienestar económico y social”, concluyó Ávila.