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El único grupo de manejo que existía en Puerto Rico se disolvió, en 2016, y ahora lo quieren revitalizar

“La industria forestal de Puerto Rico ha estado dormida durante más de 70 años”, expuso Andrés Rúa, uno de los miembros fundadores del Consejo Asesor o Grupo Facilitador del Sector Forestal de Puerto Rico. “No hay ningún tipo de ley o reglamento que vaya dirigido a la dirección forestal. Absolutamente, nada”, agregó.

Precisamente, ese hueco de política pública es lo que busca llenar el Consejo Asesor, una iniciativa del Instituto Internacional de Dasonomía Tropical, financiada por el Servicio Forestal de Estados Unidos. Para ello, el grupo convocó a ambientalistas, dueños de fincas, académicos, empresarios y ciudadanos a participar en su primera reunión virtual mañana, lunes. Durante el encuentro, se constituirá un comité timón para guiar los esfuerzos.

El Consejo Asesor hará cabildeo, recomendaciones y consultoría para promover el desarrollo de legislación de aprovechamiento forestal, sea maderero o no maderero.

“Todos somos conscientes de los beneficios que nos aportan los bosques: la biodiversidad, la protección de cuencas, la sombra…”, dijo, por su parte, William Gould, líder nacional de los Climate Hubs del Departamento de Agricultura de Estados Unidos y participante en el Consejo Asesor. “Este grupo quiere que consideremos a los productos de madera como parte de este paquete de beneficios”.

Actualmente, la única política forestal del país es la Ley 133, conocida como la Ley de Bosques de Puerto Rico. Aprobada en 1975, prohíbe la tala de árboles sin permiso del Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA). Aunque la ley pretende proteger los bosques, en la práctica, hace que la siembra y cosecha responsable de madera sean imposibles, según Rúa.

El huracán María, en 2017, arrancó más de 100 millones de árboles, dejándolos en las calles y los campos.

El empresario dio como ejemplo la situación forestal tras el huracán María, en 2017, que arrancó más de 100 millones de árboles, dejándolos en las calles y los campos. Debido a la falta de gerencia, los árboles fueron cortados y tirados a los vertederos, en lugar de llegar a las manos de los artesanos o empresarios que los hubieran aprovechado.

“Creo que el volumen de madera que vimos después del huracán (María) fue un toque de atención”, dijo Gould. “Señaló que nuestra cobertura forestal se ha expandido y que tenemos variedades de madera de alta calidad que, si son cosechadas de manera sostenible, podrían tener un beneficio económico y cultural”.

Preguntada sobre el rol del DRNA en la elaboración de un reglamento forestal, Darien López, dasónoma del Estado y encargada de los fondos federales para bosques en Puerto Rico, indicó que la agencia lleva “bastante tiempo” trabajando en ello.

“A principios de los años 80 y 90, el Departamento mantenía un programa de forestería y tenía sus propios aserraderos. Ya para el año 2000, se cierra el aserrador principal que está ubicado en Cambalache, en Arecibo, y entonces allí el Departamento para la producción maderera”, contó.

Una segunda oportunidad

Mañana, lunes, no será la primera vez que se intenta revitalizar el sector maderero en Puerto Rico. Entre 2013 y 2016, el Comité Asesor para el Desarrollo Agroforestal (CADA) creó comités de educación, trabajo y legislación para forjar un sector forestal en el país. Sus participantes incluyeron representantes del DRNA, el Servicio Forestal, el Departamento de Agricultura, la Autoridad de Energía Eléctrica y de varias universidades.

A pesar de su ímpetu, el grupo se disolvió con el cambio de gobierno de 2016 a 2017, al perder el apoyo del DRNA. “El grupo lo echaron a un lado. Lo abandonaron por completo”, dijo Rúa.

Ahora, el Consejo Asesor representa una segunda oportunidad para desarrollar un reglamento para el sector forestal de Puerto Rico, implantando lecciones aprendidas de la primera vez.

“La diferencia de este comité con el otro es que no está ligado a una institución en Puerto Rico. Si el gobierno decide abrazarlo de alguna forma u otra, pues bienvenido sea, pero, de momento, lo veo como una especie de asociación con la participación de todos los sectores”, expresó Rúa.

El ecólogo William Gould indicó que el atlas contiene un recuento histórico de El Yunque desde 1876 hasta la actualidad.

“Creo que el volumen de madera que vimos después del huracán (María) fue un toque de atención”, dijo Gould. (Ramón “Tonito” Zayas)

“Una de las cosas que aprendimos fue la necesidad de una voz colectiva de la gente en la industria de madera, de la dasonomía. Este consorcio será una voz para compartir conocimiento, compartir experiencias”, añadió Gould.

Rúa enfatizó en la necesidad de que el DRNA y Agricultura escuchen dicha voz, diciendo que, “ambos departamentos le han dado la espalda realmente a cualquier iniciativa que tenga que ver con la producción forestal”. “Ellos deben estar allí para dar la mano y para podernos apoyar en este tipo de asunto”, recabó.

Por su parte, López destacó su participación y apoyo al grupo como dasónoma del Estado.

El Nuevo Día contactó al Departamento de Agricultura, pero no ofreció comentarios sobre el Consejo Asesor al cierre de esta edición.

La autora estudia Biología y es becaria de la American Association for the Advancement of Science en El Nuevo Día.

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